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The Stranglers en Madrid


Tuve que ir sólo porque ningún amigo quiso venir conmigo. Corría el año 1978 y yo iba todavía iba a colegio de curas. A lo mejor por eso no tenía amigos que quisieran acompañarme. Todavía era el teatro Alcalá Palace. La gira era por la presentación de su segundo disco, posiblemente en uno de los momentos más álgidos de popularidad del grupo. No vi ni a críticos ni a periodistas por allí. Todavía quedaban dos años para el concierto de los Ramones en la fiesta del PCE.

Los teloneros fueron un grupo punk, 999. Me compré allí mismo uno de sus primeros singles (Me and me desire/Crazy).


Medio aforo. Un sonido impecable. ¿Esto del punk no iba de gente que no sabía tocar? La gente se comportaba de manera educada, podías bailar o quedarte sentado en tu butaca. Quedé tan impactado por el concierto que ese mismo fin de semana comencé a vender mis discos de rock progresivo y de hard rock que llevaba afanosamente coleccionando una eternidad, para poder reunir dinero y comprarme discos nuevos. Ese era mi tiempo y no el de aquellos melenudos lisérgicos, ya pasados de moda.


Los de Pink Floyd no los vendí, porque eran de mis padres. "I hate Pink Floyd" lucía Johnny Rotten en su camiseta. Animals ya olía. No pude evitar sentir mucha lástima cuando salió The Wall. Pink Floyd empezaban a ser realmente conocidos por todo el mundo, no como los cuatro tíos raros estos. El Popular 1 de ese mes pondría a caldo a The Stranglers.


Después de su segundo disco, les perdí la pista un tiempo. Las noticias de sus broncas y peleas no me agradaban. Su fama como grupo camorrista no paraba de crecer. El video de Nice' n' Sleazy es un portento. Eso era actitud y no la de las viejos rockeros que no se morían ni a tiros (ni los cantautores, dicho sea de paso). Eso son cortes de manga.




Como ya ha pasado otras veces, un error en el precio de su cuarto disco, The Raven, me reconcilió totalmente con ellos. Injustamente valorado por la crítica, es un disco fundamental de aquellos años. Ni siquiera a precio de saldo consiguió venderse.


Ya no les dejé hasta que se volvieron aburridos y vulgares a finales de los ochenta, después de una serie de discos maravillosos. Casi me marché a la par que Hugh Cornwell.


Hasta el verano pasado no volví a interesarme por ellos. A pesar de que han permanecido juntos como banda, la música que hacían no me decía nada. La nostalgia me pudo y me hice con el álbum en directo Acoustic in Brugge (2012). Es interesante, teniendo en cuenta que aproximadamente la mitad del disco está compuesto por canciones de su época post-Cornwell.


Volví a ver a The Stranglers en directo por segunda vez el jueves pasado. Sala Shoko (una discoteca de la calle Toledo en la que nunca había estado). Bastante gente, aun sin estar lleno. Mucho ambiente en la zona VIP. Ora Stranglers, Ora Hombres G. La gente guapa es así.


El caso es que he agradecido este concierto. Tenía muchas dudas y muchos reparos. Me causaba cierto respeto el que la imagen que tengo de ellos se viniese abajo. Incluso estuve a punto de decir a mi hermana que no iba cuando me propuso esa misma tarde ir a verlos. Ya se encargó mi hija mayor de quitarme los reparos y arrastrarme con ella al concierto. Mi segunda hija se puso echa una furia al día siguiente, por no haberla avisado. No sabía que eran tan conocidos entre los jóvenes de hoy en día. De hecho, pocos jóvenes vi en la sala.


Sólo actuaron dos de los cuatro miembros que vi actuar en el Alcalá-Palace. El primero fue un Jean-Jacques Burnel totalmente rapado (cual Dominique A, los chistes fáciles son odiosos), pero lleno de energía, en muy buena forma diría yo, y que me sorprendió gratamente. Sigue cantando muy bien, para tener más de sesenta castañas. Gordos nos hemos puesto los dos con los años, así que dejaremos este tema. También estaba Dave Greenfield. Físicamente se le ve muy desmejorado (ya son 65 años), pero el hombre estaba animado y sus teclados seguían sonando como siempre.


Parece ser que Jet Black, el batería titular, no aguanta las giras enteras desde hace algún tiempo (tiene 75 años). Su presencia es esporádica y sólo se le ve en algunos buses. Jean-Jacques Burnel ya ha comentado que "cuando ya no pueda contribuir -y eso será dentro de poco tiempo- ya no habrá más Stranglers".


El caso es que sus éxitos me encantaron, claro. Pero lo que más me sorprendió es que donde pusieron mas tesón y empeño fue cuando tocaron las canciones de sus dos primeros discos. Peaches, Something Better Change, Hanging Around. ¡Qué emoción recordar esos temas en vivo! Y con Nice' n' Sleazy no paré de hacer cortes de mangas. Nadie pareció entederme.


Hoy tocaban en el Olimpia de Paris (de hecho la gira termina el 21 de Abril). He podido ver el concierto en directo a través de Internet ya que lo retransmitía Arte TV. Duraba casi dos horas y tocaros canciones que no sonaron en Madrid (por ejemplo, La Folie). Mejor sonido, mejor escenario. Retransmitido en directo por una cadena de televisión. En vivo. Igualito que aquí, que lo único que sabemos es ir a los conciertos de los Rolling Stones. Por cierto, ¿irán ya con andador?...


Por ese motivo he creado una playlist de Spotify con la selección, a mi juicio, de las mejores canciones del grupo. La tenéis disponible en la sección correspondiente.

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