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El Salón

Cuando hace pocas semanas estaba leyendo el excelente libro La pintura en el cómic (Cátedra, 2014), de Luis Gasca y Asier Mensuro, me sorprendí por las múltiples referencias que contenía a El Salón. En general, no me pierdo ni un sólo tebeo que trate de arte o de artistas, aunque sea malo, por lo que me quedó claro que, en algún momento del 2008, cuando lo publicó Astiberri, un servidor debía de estar en la inopia. Rápidamente, ocupó su lugar en mi tsundoku que, si bien rivaliza en altura con otras grandes construcciones de la humanidad, es de formato LIFO, por lo que no tardó en llegarle el turno.

Su formato me encanta: 17 x 24 cm., parecido al que se emplea para recopilar tiras cómicas, marca estilo. Es un libro arriesgado: componer una historia de ficción con asesinatos utilizando un elenco de personajes célebres no es algo nuevo, ni mucho menos original. De hecho, el resultado tiene más de pirueta que de argumento sólido.

El entorno no está mal llevado: los hermanos Gertrud y Leo Stein, Alice Babette Toklas, Apollinaire, Bracque, Picasso, Matisse, un fantasmal Gauguin o el mismísimo Erik Satie pueblan sus páginas, con variadas referencias, aunque algunas de ellas se me antojen demasiado estereotipadas.


Su peor defecto es la irregularidad: episodios bien construidos se suceden por algunos bastante más desafortunados, que se van apilando uno tras otro sin demasiado acierto. La obra termina por languidecer en un aburrido final que, sinceramente, se me hizo francamente largo. El nacimiento del cubismo o la pintura mezclada con absenta son protagonistas de algunos de ellos; el interés de Picasso por comic-strips legendarias como The Katzenjammer Kids o Krazy Kat es ficticio.

Por el contrario, su aspecto gráfico es bastante correcto y de hecho, resulta bastante adecuado. El tratamiento del color, del que se ha dicho de todo, muchas veces negativamente, también me parece acertado. Esto me conduce hasta la otra obra que he leído en la que también dibuja Nick Bertozzi, Houdini, el rey de las esposas (Astiberri, 2007), obra que también, sorprendentemente, es más aburrida que ésta: gráficamente no están tan lejos una de otra, aunque yo creo que el dibujo de esta última, por algún extraño defecto de maridaje con el guionista Jason Lutes, no acaba de cuadrar.

El Salón (The Salon, St. Martin Press, 2007) fue primeramente publicada por su autor en la ya desaparecida web serializer.net durante 2002 y, al parecer, desató bastante polémica cuando un extracto suyo se incluyó en el nº 2 de Alternative Comics (2004), publicación que se realiza con motivo del día del tebeo gratuito en EEUU (que, como todo el mundo sabe, tiene lugar el día anterior al de la madre). Unos meses más tarde, durante la celebración de Halloween, un ejemplar, regalado por un librero de Georgia en un sorteo, cayó en manos de unos niños. Como dicho extracto contenía una viñeta de Picasso masturbándose (como se puede ver en la actual pag. 25, aunque la obra ha cambiado varias veces de forma desde entonces), los padres denunciaron el hecho a la policía. Como consecuencia de ello, el librero fue detenido y acusado de varios delitos de distribución de material pornografía a menores de edad, enfrentándose a una multa de varios miles de dólares y a una condena de un año de cárcel. Este desafortunado incidente le comenzó a granjear al tebeo fama de obsceno. Dado su contenido, ésta ha ido creciendo, espoleada por los medios de comunicación, ávidos siempre de este tipo de noticias.



Nick Bertozzi, además de las anteriores obras mencionadas, tiene también publicado en España Jerusalén. Un retrato de familia (Ediciones La Cúpula, 2013), con guión del también neoyorquino Boaz Yakin.


Calificación: 6/10

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