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Recuerdos del Imperio del Átomo


Precioso. No tengo otra palabra para definir el álbum de Alexandre Clérisse. He quedado totalmente fascinado por la estética de esta obra, que de hecho, consiguió que me pusiera a bucear como un poseso para encontrar otros tebeos de este autor. Para mi sorpresa, encontré que existe otra obra en castellano, ya descatalogada: Jazz Club (2007, Bang Ediciones), que en su día me había pasado desapercibida. Lógicamente me he abalanzado sobre ella en el mercado de segunda mano.

La estética de los años cincuenta del pasado siglo campa a sus anchas a lo largo del centenar y medio de páginas que componen la obra. Esos años marcaron la edad dorada de la ciencia ficción, a la que la obra también rinde un sentido homenaje (¿alguien se acuerda de Cordwainer Smith?). 1958 también es el año de la Exposición Universal de Bruselas, la primera que se celebró tras la segunda guerra mundial, de donde salió el Atomium.


Las referencias estéticas son innumerables y de una precisión envidiable: las ilustraciones de Miroslav Sasek o Alain Grée, el cine de ciencia ficción británico (Lo que vendrá, de Menzies), la extraña y poco conocida película Hotel Internacional (con Elizabeth Taylor y Richard Burton) o los diseños de la británica Lucienne Day sirven de inspiración a la obra. También desfilan por ella Le Corbusier, Frank Lloyd Wright o Mies van der Roher,....

Franquin también está presente por todos lados: no sólo aparece brevemente en la historia, sino que el malo se llama Zeblub (¿trasunto de Zorglub?); Buicks, Bugattis o Citroens de época proliferan entre las viñetas. Los ecos de Buck Rogers también están presentes.

Thierry Smolderen, el guionista, nunca ha sido un autor de mi devoción. Me aburrí soberanamente en los primeros años de la década pasada con su Gipsy, y Olivier Varèse nunca despertó mi atención. Aquí, la verdad es que tiene un tono bastante superior, si bien no acaba de situarse al nivel a la magnífica parte gráfica que le acompaña. No obstante, Recuerdos del Imperio del Átomo me ha reconciliado bastante con él, y el resultado final es bastante bueno, quedando muy lejos de la mediocridad de la que no conseguía desprenderse.

Spaceman Books, que está dando toda una lección con la selección de obras que está publicando, es la artífice de esta magnífica obra que reproduce fielmente la edición original de Dargaud de 2013. Por poner un pero, se echa a faltar algún complemento con comentarios sobre la realización de la obra.


Calificación: 8-9/10

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