La mèmoire neuve
Je Ne respire Plues, Milos
Il Ne Faiut Pas Souhaiter la Mort des Gens
Le Twenty-Two Bar
Les Hauts Quartiers de Peine
Ainsi, Parfois
La Vie Rend Modeste
La Mémoire Neuve
Hear No More, Bear No More
Le Métier de Faussaire
Le Travail
Le Ravalement des Façades
Tutti Va Bene
Si Dominique A fuera anglosajón lo tendríamos hasta en la sopa. Aunque es relativamente conocido en España, debería figurar entre los grandes de todos los tiempos. Su mezcla de canción francesa y pop-rock es una de las propuestas más interesantes que ha habido desde mediados de los noventa hasta ahora. Es un compositor tan grande como la copa de un pino y un intérprete magistral. A lo largo de sus ya más de quince años de carrera ha exhibido una trayectoria musical tan honesta como envidiable.
Este es su disco más clásico, el tercero. Si me hacéis escoger entre los diez mejores discos de la historia, lo incluiría, sin pensármelo un minuto. "¿Es para tanto?", me diréis. "Sí", contestaré apasionadamente. Para mí fué el comienzo de un filón inagotable, de una cantera de músicos desconocidos e increíbles, que hacen una música inteligente, con buen gusto y exquisita sensibiidad. Todo lo que vino a partir de aquí (y que os iré contando en próximas entregas) tuvo para mí su origen en La Mémoire Neuve (Lithium, 1995). Este será ya, además, el disco de referencia para muchos de los músicos de la escena francesa.
La voz de Dominique A es una delicia. Su registro vocal está plagado de matices. Es el instrumento que mejor domina, y eso que con la guitarra es capaz de hacer maravillas. Más adelante demostrará que él sólo, con su guitarra y una caja de ritmos, es capaz de encandilar al público, porque sobre todo, donde demuestra todo su talento y fuerza es en directo. Escuchad Le Métier de Faussaire o Il Ne Faiut Pas Souhaiter la Mort des Gens y os podréis hacer una idea de que cual es el sonido que desplegará a partir de este disco.
Es ésta una colección de temas sencilla, sin aspavientos. De pocos músicos y grandes canciones: Gilles Martin con los ritmos, Marco de Meersman, batería y percusión. Y la voz de François Breutz, claro. Su actual ex canta en Hear No More, Bear No More y Le travail; siempre a medias con Dominique, pero donde destaca de manera inusitada es, sin duda, en dos de las mejores composiciones de todo el disco: Le Twenty-Two Bar y Les Hauts Quartiers de Peine, dos canciones excepcionales para recordar toda la vida: la primera rebosante de energía, la segunda es la calma después de la tempestad (¿o es al revés?), un delicioso diálogo musical entre los dos artistas. Una vez que las hayas escuchado una vez, jamás las podrás olvidar. El talento para la composición de Dominique explota definitivamente aquí y lo hará para quedarse durante mucho tiempo.
Por último, sumergiros en la canción que presta nombre al CD y la que lo cierra. Estamos ante un artista e intérprete y superlativo, sin duda, de esos que solamente se dan una vez cada pocos años.
Un disco de melodías inigualables, con alguna que otra reivindicación social. El siguiente sería Remué (Lithium, 1999), donde lo que primaría sería el sonido, mucho más rockero, donde los caminos de Dominique y François se separían, el parisino se raparía al cero el escaso pelo que le iba quedando y comenzaría otra historia. Pero esa queda para otro día.